martes, 6 de abril de 2010

Triste reflexión

Un compañero (y sin embargo amigo) repite incansable estas tres premisas que potencialmente podrían llevarnos según su experta opinión preventiva a asumir riesgos en la realización de cualquier trabajo.
Recientemente otro compañero (y también amigo) falleció como consecuencia de graves lesiones producidas durante un accidente con explosivos. Antes que nada, siendo conocedor de la víctima y de su sobradamente demostrada profesionalidad en los trabajos de voladura, deseo expresar mi absoluto y particular convencimiento de que en este suceso estoy seguro no concurrieron ninguna de las dos primeras premisas antes enumeradas.
Sirva en primer lugar estas líneas como sentido homenaje a nuestro querido V.L.
Sirva la desgracia para centrarnos en lo único positivo que un accidente puede aportar: aprender de él para evitar otros similares.
Sirva -sobre todo- esta triste reflexión como revulsivo para que los reglamentadores e instituciones supervisoras de las actividades que precisan la utilización de explosivos consideren seriamente la exigencia de ésas a veces "poco entendibles" condiciones que conducen diariamente a los profesionales que "saben" y "quieren" hacer bien su trabajo, a la triste realidad de que por determinados absurdos legales "no puedan" hacerlo.